Pocas semanas atrás, en un puerto europeo, funcionarios argentinos y franceses festejaron que el cuarto patrullero oceánico, construido en Francia para la Argentina, recibiera nuestro pabellón. Esa bandera sería lo único nacional del buque ya que, hace cuatro años e incentivado por la Armada, el gobierno compró en forma ilegal estos barcos, tan caros y malos que habían sido rechazados por todas las Marinas del mundo (¡hasta la del mismo país constructor!).
Un tiempo antes fui convocado por el equipo presidencial para asesorarlo en la compra de patrulleros oceánicos. A pesar de la clara inconveniencia de la oferta francesa, y mis enfáticas advertencias a altos funcionarios de la Casa Rosada y de la Dirección de Material Naval de la Armada, se decidió, de modo insólito, comprarlos al astillero estatal francés, líder en corrupción naval militar mundial. Prestigiosos estudios internacionales ubican al astillero elegido por la Armada al tope de ese podio basados en comprobadas maniobras de sobornos, encubiertas con secuestros y asesinatos en recientes affaires navales militares similares de ese astillero francés en Malasia, Taiwán, Pakistán y Brasil.
Estos patrulleros son sencillos barcos militares -no de guerra- que deberían haberse construido en nuestro país, como lo hace Chile, México, Brasil, Ecuador, Perú y Colombia; pero nuestros funcionarios civiles y militares prefirieron robar el trabajo a los argentinos pagando además un gran sobreprecio. Así se confirma el dicho de que no somos como el resto de Latinoamérica. Gracias a la corrupción naval militar, somos mucho peores.
En los últimos tres años el nuevo gobierno ha recibido con honores estos buques sin hacer la menor mención al origen fraudulento de su compra, como hubiese correspondido. Tampoco inició ninguna investigación para dar de baja en forma deshonrosa a los oficiales navales involucrados en el mayor fraude naval militar de nuestra historia. No solo no se los castigó, sino que se los premió con la dirección del astillero estatal nacional a cargo de nuevos negocios, justamente con ese mismo astillero estatal francés al cual, además, ahora se le quiere comprar submarinos. Esos mismos responsables navales del fraude de los patrulleros siguen el mismo modus operandi en el nuevo proyecto de un buque polar, pero para favorecer en este caso a un astillero finlandés que ya recibió un cuantioso pago a cuenta.
Hace años que como aporte académico presento el resultado de mis investigaciones sobre este tema en conferencias, congresos, libros y artículos de política industrial, tanto para audiencias locales como internacionales, proponiendo siempre soluciones realistas. Sin embargo, no he logrado despertar el menor interés de mejora en los dirigentes, de un partido de gobierno u otro, de nuestro país. Y seguramente, lo mismo que ocurre en el universo naval militar, sucede en tantos otros aspectos nacionales que en su conjunto siguen provocando la mayor pobreza de nuestra historia nacional.
Estudiando otros casos similares, me convencí de que esta forma de corrupción -el robo del trabajo de los argentinos, aún más que el de nuestra plata- se fortalece en las sombras. Por eso, la mejor forma de vencerla es sacándola a la luz, dando a conocer sus detalles macabros al público más amplio posible y no, como hice hasta ahora, dirigiéndome a una acotada audiencia de interés naval específico. Me di cuenta entonces que necesitaba alcanzar a un público más amplio, que pudiera hacerse eco de la corrupción que anida en las compras navales militares robándonos el desarrollo que tanto necesitamos.
Para eso escribí una novela de interés general que devela este sistema internacional de sobornos y crímenes de encubrimiento. L´Affaire Argentine. Historias de corrupción naval militar será presentada a mediados de junio, en coincidencia con la llegada del último patrullero que ya está navegando desde Francia a la Argentina. Izar un Pabellón no nos hace una Nación.
Por Raúl E. Podetti, Ingeniero Naval
Contacto: podettiraul@gmail.com
Nota disponible en: https://www.serindustria.com.ar/pabellon-no-hace-nacion/